"Tu celular escanea trampas? El lado oscuro de los códigos QR"

Imagina estar en una cafetería, esperando tu pedido, y ves en la mesa un pequeño cartel que dice “Escanea y gana un café gratis”. No lo piensas mucho, abres la cámara, escaneas el código QR y… ¡Listo! En segundos accediste a una página web. Pero ¿te has preguntado qué pasa realmente detrás de ese simple gesto? Los códigos QR se han convertido en parte de nuestra vida cotidiana, tan naturales como respirar: menús digitales, pagos rápidos, accesos rápidos a formularios o promociones. Pero como suele pasar en el mundo digital, lo que es conveniente también puede ser una puerta abierta al riesgo.
Y es que el código QR, por muy inofensivo que parezca, no es más que una forma bonita de esconder una URL. Lo que escaneas no es una imagen mágica, sino un enlace. Y si ese enlace lleva a una página maliciosa, tu dispositivo podría estar entregando información, descargando malware o incluso dando acceso a funciones internas como el GPS o la cámara… sin que te des cuenta. Esa rapidez que tanto amamos al usar un QR, también es la rapidez con la que puedes caer en una trampa.
Los atacantes lo saben y por eso cada vez es más común ver lo que se conoce como QRishing: una mezcla de QR y phishing, donde el objetivo es engañar al usuario para que acceda a sitios falsos que simulan ser legítimos. Algunos son tan bien hechos que incluso expertos pueden caer. Desde portales bancarios clonados hasta formularios para “ganar premios” que en realidad solo buscan tus datos personales. Lo peligroso es que un código QR no muestra lo que hay detrás hasta que ya lo escaneaste, por eso es el camuflaje perfecto para un cibercriminal.
Y esto no solo ocurre en espacios públicos. Se han documentado casos donde en edificios de oficinas o universidades, los atacantes pegan adhesivos con códigos QR encima de los originales. A simple vista parece todo igual, pero el usuario termina yendo a otro destino. Incluso han aparecido campañas maliciosas disfrazadas de encuestas de satisfacción o supuestos accesos a Wi-Fi gratuitos.
El problema es que muchos usuarios siguen creyendo que el celular los protege automáticamente, que si algo es peligroso, una alerta saltará. Pero no siempre es así. A diferencia de un navegador de escritorio, donde ves la dirección web antes de hacer clic, en un QR el proceso es más opaco. La mayoría simplemente escanea y aprueba sin cuestionarse nada. La confianza se convierte en la principal vulnerabilidad.
Entonces, ¿debemos dejar de usar códigos QR? No necesariamente. Lo que necesitamos es conciencia. Escanear solo los códigos que provienen de fuentes confiables. Evitar hacerlo en la calle, en lugares con carteles improvisados o donde cualquier persona pudo haber puesto un adhesivo encima del original. Revisar qué dirección aparece antes de hacer clic si tu celular lo permite. Y sobre todo, desconfiar cuando la promesa parece demasiado buena para ser verdad.
En un mundo donde cada vez interactuamos más con lo digital, no podemos seguir entregando confianza sin cuestionar. El código QR, ese pequeño cuadrado blanco y negro, puede ser tanto una herramienta útil como una trampa silenciosa. La diferencia está en cómo lo usamos… y en cuán alerta estemos al hacerlo.
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Ermel Quiroz
Ingeniero en Infraestructuras
CompunetGroup